22 de junio de 2007

PETRO

Alborotador trotamundos, incansable viajero y fiel compañero. Testarudo y peleón capaz de morir antes que dejarte tirado, llama la atención su querer hacer frente a su corta capacidad ejecutiva.
Así podría hablar de su persona si de tal se tratara, pero no, hablo de mi coche, o para ser más exactos, del coche que yo compré, que mi novia pagó, que yo voy diciendo por ahí que pagué a medias con ella, y que ella me presta en usufructo para ir a trabajar a cambio de compañía y algún que otro favorcillo sexual. Eso es todo lo que vale mi cuerpo, un Clío 3 puertas del 99 con más de 200.000 kilómetros, ni siquiera ¡yo que sé! un Megane, o venga un R-19 ... pues no, un viejo Clío es todo lo que valgo en la cama, en fin...

No sé si será su pequeño tamaño, la hospitalidad que produce su reducido espacio interior, o esa especie de media sonrisa que forma su capó, acompañado de sus 2 ojazos con los que te recibe cada vez que te acercas a él... pero es un coche que parece estar vivo, parece que siente y padece, sobre todo que padece y te transmite una sensación continua de estar creando lazos afectivos con él. Tal es así, que al 2º día de tenerlo ya tenía nombre: Petroclín, Petro para los amigos.

Cada día me demuestra que en el interior de ese viejo motor de metal hay un corazón latente, un alma que siente y que se queja como cualquier otro ser vivo. Por ejemplo, lunes 8 y 20 de la mañana, abro la puerta, me acomodo, cinturón, contacto, me avisa la lucecita (es diesel), arranco y me dice " po po po poprrrrrrruuuuummmmm po po po po" todo ello acompañado de un ligero zarandeo que ensalza su negativa. La verdad que lo escuchas con atención y parece que te está diciendo: no no no que noooooooo no no no.... entonces le doy una leve caricia en su acelerador como pidiéndole un poco de ayuda, como esa madre que despierta con dulzura al niño dormilón y finalmente Petro me da los buenos días con su voz de dormido "brrrrrrrrruuuuummmmmm"
Eso normalmente sólo ocurre los lunes, excepto en pleno invierno que es casi a diario, como nos ocurre a todo hijo de vecino VIVOS.

Una vez en la carretera ya se desata y no hay quien lo pare. Tiene un ralentí que ya lo quisieran muchos coches de carreras. Paras en un semáforo, punto muerto y empieza el baile, la palanca de cambios no para de moverse, una vibración comienza a apoderarse de todo el coche y acaba convirtiéndose en una especie de vaivén. Es como un ritual de nerviosismo, algo así como los saltitos que dan los velocistas antes de empezar la carrera. Y todo ello, acompañado por sus autopalabras de ánimo: "bron bron bron..." de forma muy rítmica como diciendo: voy voy voy voy.

Disco verde, el movimiento se demuestra andando. Hay que hacerse valer ante los demás seres vivos de tu especie y ¿cómo consigue eso un viejo macho en el reino animal? Atemorizando a su rival sin llegar a la lucha donde sabe que el macho joven tiene las de ganar, oséase gritando todo lo que puede, pues Petro igual:

¡¡buuuuaaaaaaaaaaaannnnnnnnn... !!

A los 10 por hora ya me pide segunda, se la doy, es casi como volver a arrancar pero él no desiste, medio minuto:

¡¡"dame terceraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaannnnnnnn"!!

Pa ti toda, de tercera a cuarta lo tiene dominao, no nota la diferencia, le sobra cualquiera de las dos pero yo se las voy dando todas porque lo ves emocionao al chaval. Y un rato después con la cuarta a 3000 revoluciones a 80 por hora el mayor favor que podrías hacerle al pobre es parar pero su mentalidad de miura no se lo permite, va desvocao, ya nadie puede pararlo y sólo se le oye a él en la Tierra:

¡¡¡¡"daaaamequintaaaaaarrrrrrrrrggnnnnnnnnn"!!!!

Una vez en quinta ya... pa que os voy a contar, es tal la perfección de su maquinaria que pasa a ser puro arte, se convierte en un instrumento musical desplazándose por la vida a 120 por hora, llegando un momento que al acelerar lo único que consigues es... sonido, tan sólo eso, sonido.
Seguimos en quinta, 120 por hora, comienza un puerto de montaña (3ª categoría en argot ciclista) Antes de llegar a la mitad de la subida el acelerador ya toca fondo pero las revoluciones han caido y la velocidad... 100 por hora si tiene un buen día, ¿cómo puede ser posible si yo voy acelerando a tope?, pues porque es un ser vivo y hace lo que le da la puta gana, y como ser vivo, subir cuestas no le gusta y va despacio y como yo le arreo, se cabrea y con su voz más ronca me va gritando toda la jodida subida:

"nooooooooooooooorrrrrgggggnnnnnnn"

Tras culminar el esfuerzo comienza la bajada, suelto el acelerador pero eso a él le da igual, ya se ha lanzao y como ahora está contento, su voz es la de un niño en plena bajada de montaña rusa:

"aaaaaaaaaaaaaggggggggrrrrrnnnnnnnnnn"...

Que tío el Petro, no sé cuántos años más me quedarán a su lado pero estoy seguro de que nunca lo olvidaré. Se está ganando mi cariño a pulso como me pasó con mi antigua bicicleta

3 comentarios:

L. dijo...

Jeje, cuánto cariño para el Cacahuete! y qué bien nos lleva y nos trae (a mí incluída), si no fuera por él...

Anónimo dijo...

Me incluyo en el nos lleva y nos trae :)

Anónimo dijo...

Leo blogs, observo, critico y halago,nada más, nunca participo, pero debe ser cierto eso de "nunca digas nunca". Hoy es mi primera vez, Katia me insiste:
-"comenta alguno de mis post",
-"no soy de opinar", contesto-.

Pero la forma de hablar de tu Petroclín me ha hecho reir, y apreciar ese sentimiento.
La misma sensación con la que me quedé tras ver la peli "Bar Coyote", "yo quiero ser una chica coyoteeeeee!!!!!"
Ahora quiero un petroclín, quiero el sentimiento petroclin.

NUNCA DIGAS NUNCA
Ciao