27 de marzo de 2007

Una de médicos

Desde que tengo uso de razón nunca me ha gustado ir al médico, es más, creo que en mis últimos 10 años de vida, habré ido las 6 ó 7 veces que ha sido irremediable, una de ellas... ayer.
La historia comienza hace un par de meses, cuando movido por un ataque de responsabilidad, decidí hacerme el reconocimiento médico que me ofrece el servicio de prevención de mi empresa. Llevaba tanto tiempo sin ir al médico que dije: mira, que me reconozcan y al menos mi madre se queda tranquila. Me arrepentiré toda mi vida.
En ese reconocimiento averiguan que no estoy vacunado contra el Tétano y me aconsejan vacunarme, y siguiendo las profesionales recomendaciones de mis amigos los médicos, me vacuno. Error
Por lo visto la vacuna me da alergia, porque tampoco me lo aseguran, el caso es que yo he vivido con cierta tranquilidad en cuanto a salud se refiere durante todos estos años en los que no he ido al médico, y para una puñetera vez que decido hacerme un puto reconocimiento, es increible la que me han preparado.
Desde el día siguiente a ponerme la vacuna, aleatoriamente, los días que la señora alergia se siente creativa, decora toda mi piel con unas ronchas rojas enormes, muy llamativas, muy bien repartidas, con relieve, ¡ah! y pican.
Obviamente, me veo obligado a recurrir una vez más a mis amigos los médicos, los cuales sin darle mucha importancia, me dan un antiestamínico que acabará con todos mis problemas. ¡Ilusos!, han subestimado al enemigo, bueno a mi enemigo, lo único que han conseguido es cabrear a la bestia y la bestia es poderosa y la bestia es vengativa.
Durante la toma del medicamento llegué a creer que mis amigos los médicos habían dado con la solución y que la alergia había desaparecido, pero todo era pura estrategia de guerra, la alergia lo único que había hecho era esconderse, pero estaba ahí, agazapada, esperando su momento y ¿cuando era su momento?, ¡AYER!
Ayer me acosté como cualquier otro día, de lao y con la radio puesta ( esque me ayuda a dormir) sin embargo me desperté de forma muy diferente a cualquier otro día. Para empezar me desperté a las 4 de la mañana, que no suelo y no me desperté por propia voluntad, que tampoco suelo, me desperté porque me ardía todo el cuerpo y me picaba todo lo que pueda picar en una persona, me notaba el labio superior hinchado y al pestañear notaba algo raro en los ojos. No hace falta que diga que si notaba todas esas cosas me tuve que levantar. Encendí la luz del baño y cuando me miré en el espejo... lástima que no se me ocurriera hacerme una foto. Lo que me molestaba en los ojos era que estaban tan hinchados que daba miedo verme, lo del labio como si me hubieran metido medio litro de silicona y lo de las ronchas en la piel... como soy un ser humano quedaba fatal pero si fuese un sapo, el más guapo de la charca.
Pensé en ir a urgencias, pero finalmente decidí aguantar vigilando la situación, y a la mañana siguiente ir a visitar a mis amigos los médicos y mostrarles en persona a LA BESTIA.
Le salió del alma a la doctora: "¡Madre mía, pero esto te lo tiene que mirar el alergólogo!" y doy gracias de que se haya dado cuenta, porque la primera vez no hubo manera, o ven a la bestia o no te creen. Eso sí, aún me preguntaba la moza: "¿pero tu crees que esto es por la vacuna?" sólo le faltó sacarme un listado de medicamentos y darme a escoger el que yo quisiera. Con toda la educación que pude le contesté: "oiga yo no se lo que me pasa, por eso vengo"
Finalmente me hizo un volante para el alergólogo que a saber cuando me dará cita. "Y si te vuelve a pasar esto, vete rápido a urgencias" fue su gran consejo.
Tras terminar el papeleo, la señora doctora le pidió a la enfermera que me inyectara un urbasón para quitarme todo aquello, entonces se produjo el momento más entrañable de toda la mañana. Se me ocurrió preguntarle a la enfermera donde me tenía que pinchar y con una tímida sonrisa y desviando la mirada me contestó: "en el culete", conteniendo la risa, mientras me bajaba los pantalones estuve por decirle, ¿y si no lloro me regala un chupachups?

En fin, si algún día esta cosa me deja en paz, creo que tardaré mucho en volver al médico.

7 comentarios:

L. dijo...

De verdad que se te da bien lo de escribir. He pasado muchas risas con esto que es más bien trágico, qué será con algo cómico! Animo y escribe de todo lo que se te ocurra.

Anónimo dijo...

Desde luego hay veces que es mejor no ir al médico.
Yo ya van un par de veces que voy al especialista con la esperanza de que me libre de todos mis males, y al final me quedo como estaba y encima acabo resolviéndole yo al médico sus problemas informáticos...
En fin... que te pongas mejor y disfrutes de la baja ;) .

slith dijo...

Son de lo peor. Mi fe en la medicina desapareció tras casarme con una doctora. Por algo los llaman matasanos, no?

Aguilucho dijo...

Ja ja, ¿Y qué opina "tu doctora" sobre tu opinión de la medicina? Por lo menos tu te librarás de las horas en la sala de espera no?

Aguilucho dijo...

C-18 tu mismo te estás dando la solución a tus problemas... dile al médico que no le ayudas con su problema informático hasta que él no acabe con tus males, aunque yo creo que ni así

kristina dijo...

Buscando en internet, he encontrado este texto tuyo. Resulta que hace pocos días me di una vacuna también y me está pasando exactamente lo mismo que a ti...ronchas y labio superior hinchado...y me estoy asustando..y me han dado esos antihistamínicos...me podrías decir qué paso al final con esta alergia que comentas? me tranquilizaría bastante saber cómo actuar o cómo va a evolucionar..porque estoy un poco asustada...
kristina

Aguilucho dijo...

Pues al final pasó que no pasó nada. La "alergia" aparecía y desaparecía cuando quría. En un par de ocasiones me tuvieron que inyectar urbasón (mano de santo) y me hicieron un montón de pruebas pero no determinaron que me provocaba exactamente la reacción.Que si pudo ser la vacuna, que si era un cuadro de estrés por el trabajo... poco a poco fue remitiendo hasta desaparecer, eso si, no he vuelto a vacunarme.